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SITUAM: aviso de situación crítica

Por Enrique G. Gallegos

 

El SITUAM fue fundado en 1975 y tras 48 años de vida social, política, institucional y en defensa de los derechos laborales se encuentra en una situación crítica, algo que no es necesariamente visible, pero suele ser la antesala de las crisis, aunque éstas puedan o no desencadenarse (o mantenerse en un estado permanente de descomposición oculto en formas aún vivas). Hay varios síntomas de ello. Sus objetivos principales: defender los derechos laborales y exigir mejores condiciónales salariales y laborales por momentos se encuentren oscurecidos por la red de problemas y diferencias internas que no parecen tener solución y puntos de salida. Es una telaraña, aunque invisible, que cada vez más atrapa el impulso vivo, combativo y consciente del sindicato. De aquí el envío del aviso de alerta.

Como sucede en los organismos vivos complejos, por momento muestra su poderosa garra combativa y en otros momentos su situación crítica. Tomare sólo un ejemplo de varios que se podrían dar: el rostro vital, combativo y pujante del SITUAM se mostró el pasado diciembre cuando el tribunal laboral trató de darle un golpe, mandándolo de facto al apartado B, con todo lo que implicaba de graves afectaciones. Como analicé en un artículo del 30 de diciembre  del 2022, Fallido golpe al SITUAM, al sindicalismo y a la autonomía universitaria por el poder judicial federal”, el sindicato se movilizó y salió a las calles a defender el derecho a huelga, el contrato colectivo de trabajo y la bilateralidad en las relaciones laborales; pero paradojamente ese medida judicial también permitió que se asomará la situación crítica del sindicato. Una vez que el tercer emplazamiento fue aceptado, se abrió un espacio de disputa en torno a la interpretación de lo que sucedió y en esa disputa se fijaron diversas posiciones; todas legítimas pero algunas más verosímiles que otras. Algunos imputando una voluntad maquiavélica, con ribetes de novela negra y complots de la patronal; otros argumentando que el fallo descansa en el nuevo diseño en la justicia laboral y la política del Estado; otros alegando una mezcla de factores. Todos lo que asistimos a los primeras reuniones sindicales donde se discutió esa intentona judicial escuchamos los argumentos de unos y otros, su matices o exageraciones, sus calibraciones, justificaciones y descalificaciones. Se fijaron posiciones, los afiliados se formaron su opinión y tomaron nota. Hasta aquí pudo ser algo razonable y entendible esa discusión y se esperaría que se pasara a analizar y enfrentar las decenas de problemas urgentes que enfrenta el SITUAM…  pero no fue así.

A diciembre siguió enero, luego febrero, marzo, abril, mayo y junio y se repitió el escenario, los argumentos y contraargumentos, las representaciones, la infodemia, las desinformación, las interpretaciones… el sindicato siguió enfrascado en la disputa por la verdad del relato, pasando por alto los graves problemas que enfrenta el sindicato y repitiendo los escenarios, mientras seguían su curso los factores y decisiones que afectaban la vida del sindicato (la política laboral y salarial del Estado, la derechización de la universidad, el antisindicalismo inherente al neoliberalismo, las reformas del Colegio Académico que atentan contra el contrato colectivo de trabajo, la tendencia estructural a la desmaterialización del trabajo, incluida la educación en línea… and so on). Freud analiza esos fenómenos de repetición: cuando los organismos repiten una y otra vez los mismos trayectos, los recorridos, los temas, los lugares y momentos, lo define como una pulsión de muerte que habita en el organismo.

En tanto los administradores de la UAM continúan manipulando la violencia de género para sancionar y despedir a profesores y profesoras, administrativos y administrativas violentado los derechos laborales (más allá de reconocer que esa violencia existe y debe erradicarse en la universidad y en el sindicato), siguen fortaleciendo la educación en línea afectando los derechos laborales, precarizando al docente temporal, desplazando la materia de trabajo, disminuyendo las becas de los académicos y con aumentos salariales que ni siquiera compensan la inflación. La cantidad de problemas que el sindicato debe afrontar parece menor frente a esa extraña pulsión de muerte que palpita en el 44 Congreso General Ordinario. Pero podríamos describir este fenómeno con otro lenguaje más cercano al sindicalismo: con el concepto marxiano de enajenación.

Es sabido que Marx desarrolló el concepto de enajenación en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 vinculado al trabajo. En el capitalismo, el trabajador no se reconoce en su trabajo, no se reconoce en los instrumentos, medios y productos de su trabajo porque estos se le vuelven ajenos, y por lo tanto se siente extraño y ajeno en su trabajo. El 44 Congreso General Ordinario muestra un proceso similar. Mientras la patronal continua con su proyecto de desmantelar los derechos laborales, de despedir trabajadores, de ahorrarse dinero sacrificando derechos laborales, constituyendo una universidad en línea y precarizando el trabajo docente, abaratar la educación, robar la materia de trabajo, el sindicato sigue enredado en disputas y diferencias de hace un año, ajeno a sus objetivos, como un ente extraño a sus objetivos, repitiendo el ciclo por enésima vez. Es como si la pulsión de muerte fuere más poderosa que el anhelo de justicia y de defensa del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), los derechos laborales y luchar por un mundo mejor y más justo. ¿Qué sindicato le vamos a dejar a las generaciones futuras? Es sencillamente desalentador el sólo hecho de pensar que sólo podemos heredar el encono, la irritación y el resentimiento, porque es una herencia de muerte, destrucción y desesperanza.

El CCT, el estatuto y la configuración del SITUAM es un producto histórico de diverso origen, cuyo eje ha sido la lucha de los trabajadores por unas condiciones laborales y salarios dignos, además de la indispensable solidaridad de clase y con otras organizaciones similares. Estoy cierto que todo afiliado y afiliada del sindicato sabe estas cosas y es consciente de ello. Jardineros, auxiliares de limpieza, secretarias, electricistas, vigilantes, ayudantes de todo tipo, cocineros, cajeros, reporteros, profesores… lo saben, pero algo está operando como un dispositivo de contrafuerza, despotenciador e inmovilizador. Y las respuestas no son sencillas ni obedecen sólo a personas.

¿Qué hacer? Todo militante siempre se ha planteado esta pregunta. Sea para hacer frente a un adversario externo a la organización, sea para mejorar las condiciones laborales o para hacer frente a una situación crítica. Desde el célebre escrito homónimo de Lenin de 1902 hasta los fundadores y continuadores del SITUAM en los años 70´s, 80´s y 90´s que se enfrentaron a los intentos de control de Echeverría y luego los primeros embates antisindicales del neoliberalismo que recién iniciaba en los años ochenta.

Primero, es importante reconocer que los orígenes de esta situación crítica en el SITUAM son variados, algunos estructurales y otros contextuales o de cultura política: la reforma al tercero constitucional que tuvo como efecto en el largo plazo desgajar uno de los pileras del sindicato: el sector académico, sometiéndolo a una lógica hiperindividualista y productivista; las crudas disputas internas por el poder o su uso parcial; las contrarreformas laborales; la normalización de la corrupción; los efectos laborales y subjetivos de la pandemia y la pospademia; el déficit en el compromiso del afiliado con el sindicato; la instrumentalización de los órganos estatuarios; las aversiones mutuas y que se trasladan incluso intergeneracionalmente como si fuera parte de la herencia; el déficit en cultura política general y propia de un sindicato; la crisis del modelo académico de la universidad que también incide en el sindicato; la plaga de la infodemia incentivada por las redes sociales; el uso de las redes sociales como sustitutivos de las políticas sólidas de información e interacción cara-cara en las Unidades y Asambleas, con sus efectos de hiperrealidad; la ausencia de estrategias y proyectos de mediano y largo plazo, que trasciendan al Comité y GICs en turno (y no me refiero sólo a lo que prevé el CCT y los estatutos); las practicas y estrategias obsoletas; el incumplimiento de acuerdos de los órganos estatuarios; el abandono de las encomiendas y cargos estatuarios por parte de sus responsables; el aumento de la abstención de la participación y de los votos; and so on.

Pero me quiero detener en una de ellas: la caída y adelgazamiento de la cultura política sindical y que no sólo tiene que ver con el conocimiento o no del CCT, los manuales de trabajo, el funcionamiento del sindicato y sus estatutos, sino con la formación teórica, práctica, estratégica y táctica en el contexto en la fase actual del capitalismo, la especificidad de un centro laboral como lo es una universidad pública y los fines y objetivos que persigue un sindicato en ese contexto y en ese centro de trabajo universitario. Se puede conocer muy bien las normas, estatutos y reglamentaciones pero actuar con el estómago y siguiendo consciente o inconscientemente intereses ajenos a los objetivos de un sindicato y la clase trabajadora. Hasta para gritarle a la patronal hay que saber cuándo es el momento adecuado. La cultura política sindical es toral porque es el humus en el que se siembra, se desarrolla, crece y da sus frutos la vitalidad combativa de un sindicato. De ahí el origen de la palabra cultura: cultivo. Cultivo del militante de ahora y cultivo del militante del mañana. Pero también ese humos puede comenzar a perder sus nutrientes y erosionar sus fundamentos. El problema es ver los síntomas de esa erosión y no hacerse cargo de ello.

No hay que olvidar que las sociedades y las organizaciones nacen, crecen y mueren. Y la peor muerte para una organización viva, sea política, social o institucional, es aquella que proviene de sus enfermedades internas que sabiendo que existen y habiendo curas, no son atendidas y sanadas. Y peor aún: cuando se trata de una organización como un sindicato del que depende la estabilidad y seguridad de cientos de trabajadores, no atender el problema es más grave porque las consecuencias pueden ser desastrosas. Lo son porque en el capitalismo uno de los instrumentos torales de lucha necesario de los trabajadores son los sindicatos; sin estos, el trabajador está a merced del patrón y sus colmillos vampirescos (para recordar la afirmación de Marx sobre el carácter vampiresco del capital, porque se alimenta de la sangre viva del trabajador).

Afortunadamente el SITUAM sigue siendo un sindicato vital, democrático e independiente; y como digo al inicio de este escrito, existe una conciencia política del carácter fundamental del contrato colectivo de trabajo y su estatuto que lo dota de independencia. Y todavía pervive la conciencia política de la relevancia de movilizarse, como sucedió en diciembre pasado y el primer día del 44 Congreso General Ordinario por el levantamiento de un acta administrativa a un profesor. Empero, existen síntomas y nubarrones en el cielo que preocupan y deben ser atendidos por todas y todos los afiliados y militantes. Importa volver a centrarse en los temas sustantivos y trasladar las discusiones a los argumentos, las propuestas y las estrategias de lucha. El aviso ha sido enviado. SOS a la base trabajadora.

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