Ayer lunes se llevarían a cabo la audiencia resolutoria, pero se postergó para el próximo 27 de junio; de acuerdo a los abogados de Yeritza Bautista, aún hacen falta al menos otras dos o tres audiencias para definir el caso.
Por Paco Dorado / @DoradoXChido
Ciudad de México, a 14 de junio de 2022.- Yeritza Bautista tiene 35 años, estudió en la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde se graduó de la carrera de Relaciones Comerciales, está orgullosa de ser egresada del “Poli” y trabaja en una firma contable, en el área de Mercadotecnia. Es deportista, le gusta correr, bailar y se ha convertido en defensora de los derechos humanos de las mujeres porque sobrevivió a un feminicidio en la Ciudad de México (CDMX), en manos de quien fuera su pareja sentimental, Carlos Enrique “N”, que en plena pandemia, la golpeó brutalmente en dos ocasiones; la última de ellas intentó ahorcarla, hasta que llegó la policía y se lo llevaron detenido. Ayer lunes 13 de junio se tendría qué haber realizado la audiencia resolutoria en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, donde una juez dictaría su veredicto, sin embargo se postergó para el próximo 27 de junio. Yeritza nos comparte su testimonio mediante una entrevista otorgada en exclusiva, mientras se posterga la resolución de su caso.
Desde hacía dos años y medio llevaba una relación de pareja con Carlos “N”, de acuerdo a Yeritza al inicio eran una pareja “normal”, como todas las relaciones empiezan, pero poco a poco se fue dando cuenta en lo que se estaba convirtiendo, al tornarse él controlador y un tanto violento, ella vivía con miedo, hasta que, de acuerdo a sus palabras, “fue saliéndose de control”.
El 2 de febrero de 2020 habían salido de vacaciones con la familia de Carlos “N” a Oaxtepec, Morelos; ahí fue la primera ocasión que la golpeó físicamente de forma brutal. Le tiró cinco dientes, perdió cabello, la movilidad de la pierna izquierda por dos meses y tuvo incontinencia. Estuvo en una pequeña clínica del lugar, posteriormente tuvo qué ingresar a urgencias del hospital San Ángel Inn Patriotismo en la CDMX debido a las lesiones en la pelvis, pues habían sido varios fuertes golpes en la entrepierna; de acuerdo al testimonio de Yeri, una enfermera de dicho hospital le comentó al oído que ella sabía que no se había caído, pero que ella (la enfermera), no podía hacer nada. La familia del agresor le aseguró que se había caído de las escaleras porque estaba “excesivamente borracha”, fueron las palabras que le dijeron.
“Él era mi pareja, era una persona con la que yo había planeado una vida, con la que yo planeaba una familia y no entendía en qué momento se había convertido en la persona que me quería matar. Y de esa manera, porque una de las cosas que voy a recordar toda mi vida es su cara cuando lo hacía; él sonreía, o sea, lo disfrutaba”, asegura.
A partir de ahí vivía en alerta y con miedo, buscando una oportunidad para salirse de su casa sin correr peligro. Estaba por iniciar el confinamiento por la pandemia debido al covid y cuenta que una de sus terapeutas le dijo que su “reloj” estaba en reversa, “si declaran el confinamiento, vas a tener que estar con él todos los días, todo el día, y tú ya no vas a regresar aquí, los que van a regresar van a ser tus papás”, le dijo. Asegura que ahí entendió lo que le quería decir y comenzó a buscar asesoramiento y ayuda, “siempre lo sentí lejano, nunca imaginé ser parte de esto, ¡nunca pensé vivirlo!”, comenta. Le dijeron que la única forma de salir de esa situación era con su decisión, por sus propios medios, que nadie la podría obligar, “pero yo no sabía cómo hacerlo, no me sentía capaz, me daba mucha vergüenza salir y que todo mundo se enterara, mi familia, mis compañeros de trabajo, mis amigos; porque para todos ellos era una mujer independiente, una mujer alegre y fuerte. Y en esa casa estaba muy lejana a ser lo que todos ellos pensaban. Entonces me ganaba la vergüenza, me ganaba el miedo”.
La seguna vez que Carlos “N” la agredió físicamente fue el 22 de marzo de 2020, después de una discusión por celos que tuvieron en su casa, “era parte de la dinámica que él tenía todos los días, estos celos de manera constante y con todo mundo”. Él intentó ahorcarla. “Mi familia ya había llegado y llamamos a la policía. Empezó a ahorcarme antes de que llegaran y porque la policía llegó él me soltó. Pero esa segunda vez también tengo muy presente su cara, sus ojos; porque él se reía mientras lo estaba haciendo. Y por más que yo luchaba para pegarle en su cara, quitarme sus brazos, no pude. Pero él se reía, y fueron esos segundos por mi cabeza pasaba todo, pasaba el no quererme morir, me preguntaba ¿en qué momento llegué a esto?, ¿cómo no me di cuenta?, y lo que más me dolía era darme cuenta que lo disfrutaba.”
Ese día fue detenido el presunto agresor en flagrancia e inició el proceso penal, se encuentra en prisión preventiva en el Reclusorio Sur. Al inicio quisieron clasificar el delito como violencia intrafamiliar o lesiones dolosas, pero a partir de los antecedentes del caso, cumplía con los requisitos para ser tipificado como tentativa de feminicidio. En las audiencias se acreditó su legal detención y se vinculó a proceso en grado de tentativa. Un año después la defensa de Carlos “N” solicitó un amparo asegurando que no se había respetado el debido proceso, se le otorgó y se repuso todo el proceso volviendo a empezar, y un segundo juez lo volvió a vincular por el mismo delito.
Desde la detención del presunto agresor, su familia ha orquestado una campaña en redes sociales y medios de comunicación, de hostigamiento, discursos de odio y acoso en contra de Yeritza, su familia, amigos e incluso contra periodistas que han dado a conocer el caso. De hecho están produciendo un documental llamado Estadística Obligada, de la mano de actores, figuras públicas de la farándula y de una organización de hombres que se llama Más Infancia Feliz que denuncian la llamada alineación parental y violencia vicaria, asegurando que Carlos “N” es inocente y que ha sido separado de su hija menor de edad a partir de testimonios falsos, a lo que Yeritza comenta: “No es el caso, él tiene una hija menor de edad y por esta niña se están yendo por esa línea, están distorsionando el discurso, nadie separó a su padre de su hija, fueron sus hechos, él cometió un delito y está pagando las consecuencias”.
Asegura que durante su proceso penal se ha encontrado con que, de acuerdo a las instituciones de impartición de justicia, el estrangulamiento es una forma de asesinar poco comprobable debido a que no existen armas, cicatrices visibles o sangre de por medio, “¡cuando tu cuerpo, tus manos son un arma!, ¿cuántas personas mueren a base de golpes?”, comenta en medio del llanto. A partir de esto se ha dedicado a estudiar y conocer todo lo que implica estar en un juicio penal, adquirir nuevos conocimientos legales, psicológicos, psiquiátricos, médicos. Se ha puesto a estudiar la Sentencia Mariana Lima Buendía, víctima de feminicidio en Chimalhuacán, Estado de México por su pareja sentimental y que las instituciones locales juzgaron como suicidio; al no estar de acuerdo con esa resolución, la señora Irinea Buendía, madre de Mariana y sus abogadas interpusieron un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quienes en 2015 dictaron dicha sentencia donde se mandataba reponer la investigación del asesinato de Mariana y juzgarlo con perspectiva de género, además de generar jurisprudencia para que sean juzgados de esa forma todos los asesinatos violentos de mujeres. En la sentencia se hace mención de la forma en que se acreditó el estrangulamiento.
“Hoy en día formo parte de las cifras de sobrevivientes de feminicidio y soy la única sobreviviente que se conoce, que tiene a su agresor preso, los demás están fuera, o están ilocalizables o no se les ha podido acreditar el delito. Soy la única que tiene a su agresor preso y ahí quiero que siga, porque si ellos salen solo hay dos opciones, o consuman el delito o huyen, y ejemplos hay muchos: el de Abril Pérez, re clasificaron el delito, su esposo salió, la mató y hoy está prófugo”, Abril Pérez Sagaón fue asesinada en la CDMX en noviembre de 2019 por un comando, había denunciado a su ex pareja, Juan Carlos García, director de la oficina de Amazon en México, de intento de feminicidio, estando preso se reclasificó el delito y lo dejaron en libertad. Recientemente uno de los sicarios confesó que García lo había contratado para asesinarla mediante un pago de 180 mil pesos; actualmente el asesino intelectual se encuentra prófugo.
De hecho el presunto agresor de Yeritza solicitó a las autoridades en un par de ocasiones llevar el proceso en libertad, debido a una jurisprudencia reciente, donde decía que las tentativas no ameritan prisión preventiva; pero en ambas se le negó.
En abril pasado se aprobó la literalidad de la tentativa de feminicidio en la Cámara de Diputados a partir de la modificación del Código Penal Federal y el Código de Procedimientos Penales donde se estipula la prisión preventiva oficiosa para el agresor y penas que van de 20 a 40 años de prisión por dicho delito. Cabe señalar que la iniciativa se aprobó por mayoría con 453 votos a favor y 24 abstenciones de legisladoras y legisladores del partido político Movimiento Ciudadano, quienes sostuvieron que la aplicación de penas de hasta 40 años de prisión por el delito es demasiado “severo”. Aún está pendiente su discusión en la Cámara de Senadores.
Ayer lunes se llevaría a cabo la audiencia resolutoria, pero se postergó para el próximo 27 de junio; de acuerdo a los abogados de Yelizta aún hacen falta al menos otras dos o tres audiencias para definir el caso.
Ella acudió puntualmente a los Juzgados del Reclusorio Oriente, ubicado en la alcaldía Iztapalapa, llego con el acompañamiento de su familia, mujeres defensoras de derechos humanos y madres de víctimas de feminicidio, Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín Osorio, asesinada por su pareja sentimental dentro de las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 3 de mayo de 2017; Lidia Florencio y Laura Velázquez Florencio, madre y hermana de Diana Velásquez Florencio, asesinada en Chimalhuacán, Estado de México el 2 de julio de 2017; y Mónica Borrego, madre de Yang Kyung María Jun Borrego, asesinada también por su pareja sentimental en la Ciudad de México el 21 de septiembre de 2014. Juntas realizaron una pequeña marcha en los alrededores del penal para intentar dar visibilidad y pronunciar su preocupación ante la resolución de la jueza encargada del caso, Norma Elizabeth Marín Ramírez, quien en febrero de este año absolvió a Vincent “N”, presunto feminicida de Lucía Delgado Hernández, asesinada en la Ciudad de México el mismo día de su cumpleaños, el 4 de marzo de 2021. La resolución absolutoria se da no obstante de contar con pruebas contundentes para acreditar el feminicidio, de acuerdo al comunicado que ese mismo día hicieron conocer las organizaciones acompañantes del caso.
En el espacio donde Yeritza y acompañantes se encontraban en espera de iniciar la audiencia, también se dio cita la familia de la maestra Susana Garrido, otra víctima de feminicidio en la Ciudad de México, quien fue asesinada el 29 de abril presuntamente por su pareja sentimental, Jehu Carlos “N”, quien también es profesor. De acuerdo a versiones familiares de ella, él asesinó a Susana a puñaladas con un cuchillo con el que después se autolesionó, pretendiendo argumentar que ella se había suicidado. Jehu Carlos “N” fue trasladado al hospital en calidad de detenido y ahora lleva el proceso en prisión.
Frente a la familia y acompañantes de Susana y Yeritza, la familia del presunto feminicida de Susana se instaló con pancartas azules argumentando la su inocencia, de vez en cuando algunos de ellos pasaban por en medio de las asistentes para tomarles fotografías y videos en actitud retadora y acosadora, al mismo tiempo que personal de la alcaldía Iztapalapa y del propio penal hacían lo mismo, tomar fotografías y video a las asistentes acompañantes tanto de víctimas de violencia feminicida.
No obstante, ante tal hostilidad tanto del sistema de impartición de justicia mexicano, como de las familias de los presuntos agresores, Yeritza con lágrimas en los ojos y visiblemente afectada dice sentirse con la esperanza de que se marque una diferencia, que se mande el mensaje de que vale la pena denunciar, “que vale la pena vivir una vida libre, sin miedo, sin esconderte, sin sentir vergüenza, porque yo no tengo nada de qué avergonzarme. Si creé su familia que con toda la exposición que han hecho, me van a avergonzar, me van a hacer esconder, ¡están equivocados! Me tiró los dientes y aquí estoy; me dejó sin caminar aproximadamente dos meses, aquí estoy; intentó ahorcarme, aquí estoy. Y voy a estar hasta el último día de mi vida, porque esto inició por mi caso, pero voy a seguir, porque no nada más es mi caso. Es por mí y por todas mis compañeras!”
De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SENSP) el año pasado, de enero a noviembre fueron asesinadas en nuestro país al menos a 3,540 mujeres, casi 10 por día, de esas muertes violentas de mujeres 1,004 fueron tipificados como feminicidios, la cifra más alta en lo que va el sexenio del presidente actual, Andrés Manuel López Obrador.
El mensaje que Yeritza quiere hacer llegar tanto a la jueza que lleva su caso, como al magistrado, Rafael Guerra, a la Fiscal General de la CDMX, Ernestina Godoy y a la Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, es fuerte y claro: “que salgamos de estos lineamientos cuadrados que dejan muchos feminicidios en la impunidad, que salgamos de esta visión errónea, de que si no hubo sangre de por medio no hubo delito…, que se mande el mensaje de que sobrevivir vale la pena y que juzgar con perspectiva de género, no es una opción, es una obligación. Es lo único que pido que se juzgue como debe de ser, con perspectiva de género, porque hoy mi vida está en sus manos.”
Yeritza ha recuperado la movilidad de su pierna, le gusta correr y hacer ejercicio, ya corrió un medio maratón en la CDMX, este año piensa correr el segundo, para en un futuro alcanzar el maratón completo. Dice que en un futuro quiere sentirse libre y cambiar de residencia, contar con un espacio donde se prevenga la violencia de género, donde las mujeres puedan identificar lo que no se debe pasar por alto en una relación, lo que no se debe minimizar, “esto lo he tratado de ver de una forma positiva, me abrió las puertas a un mundo que yo no conocía, pero también me abrió las puertas a mujeres que me han enseñado una de cosas que yo también quiero compartir con otras mujeres que no lo han vivido, para que sepan que nadie lo debe vivir. Me veo en esto y me veo en la danza, me veo con nuevos dientes, con los nuevos implantes… Veo a otra Yeri pero muy enfocada en esto, en lo que pueda yo aportar, regresar un poquito de lo que yo he recibido”, concluye.