Por El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan
Por primera vez en la historia de México el Comité de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada (CED) realiza una vista a 12 estados de nuestro país. Los cuatro miembros del Comité que hablan español vinieron a escuchar de viva voz los testimonios de los familiares de personas desaparecidas; a establecer un diálogo franco con las autoridades federales y estatales; a conocer los trabajos que realizan la Fiscalía General de la República y las fiscalías estatales. En medio de tantos conflictos que nos aquejan, hoy se puede dialogar sobre temas sensibles y espinosos, que desangran la vida de más de 94 mil familias que luchan incansablemente para dar con el paradero de sus seres queridos.
Los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa son un referente internacional, cuyo caso formará parte de un capítulo del informe que presente el CED. Su visita a la normal el pasado jueves 18 de noviembre, vino a darle mayor impulso al movimiento de madres y padres de los 43, que sin pretenderlo son el emblema de la dignidad. A pesar del sufrimiento que por siete años han cargado, cuentan con gran ánimo para recibir con una sonrisa a Horacio Ravenna, quien llegó en representación de los 10 miembros que conforman el CED. Además del saludo cordial y la cálida bienvenida, lo engalanaron con las cadenas de flor de cempasúchil, como un signo de distinción a las personas que enarbolan la causa de los 43.
Los testimonios que escuchó Horacio junto con Sergio Giuliano responsable de las acciones del Comité; de Jesús Peña y Alan García de la oficina de la ONU en México, lo conmovieron hasta las lágrimas. Una de las madres le expresó que sus palabras salían desde el fondo de su corazón para decirle que ha sobrevivido siete años con un tormento ininterrumpido. Es un sufrimiento indescifrable por no saber lo que pasó con sus hijos. Es un tiempo que transcurre con una angustia que no permite un respiro con tranquilidad, ni se puede vivir sin el aguijón puesto en el corazón. Es muy duro regresar a casa porque todos los recuerdos se desbordan y es imposible soportar su ausencia cuando todas las cosas que hay en la casa hablan de nuestros hijos. No sabemos lo que es el descanso ni la tranquilidad en nuestra vida, por eso nuestro cuerpo está muy frágil y nuestro corazón muy dañado. Lo que más duele es que mucha gente del gobierno no tiene sentimientos ni les interesa saber lo que se sufre por la desaparición de un hijo.
Con este nuevo gobierno hemos corroborado que el presidente de la república dice una cosa, pero los funcionarios hacen otra, no tienen la misma voluntad para cumplir con sus responsabilidades. Urge que los organismos internacionales emitan sus opiniones y recomendaciones al gobierno de México para que se arranque de raíz esta pandemia que acaba con nuestras vidas. Hay que marcarle un alto a las desapariciones forzadas, castigando a los responsables y desmontando el aparato que hay dentro del gobierno, que es el principal culpable que las personas desaparecidas no aparezcan.
El comisionado Horacio, después de escuchar con mucho respeto los testimonios de las madres y padres, hizo un reconocimiento a su movimiento, que lo calificó como un ícono que marca un antes y un después, como es la lucha de los 43 contra las desapariciones forzadas en México. Con gran sinceridad manifestó que no puede sentir lo que sienten las madres y padres, pero sí tiene le corazón puesto en México, en todas las personas que luchan para encontrar a sus seres queridos. Comentó que de su parte pondrá todo su empeño y esfuerzo para que sus 43 hijos aparezcan. Reiteró que el caso Ayotzinapa es un ejemplo en el mundo sobre lo que son las desapariciones forzadas, sobre todo, son una luz de esperanza, porque han sabido mantenerse unidos sin perder el ánimo para continuar en esta ardua tarea por alcanzar la verdad. Su perseverancia y reciedumbre le dan un gran impulso a su movimiento que tiene un gran reconocimiento nacional e internacional.
Descubrió en los rostros de los estudiantes la fuerza y el carácter de los normalistas de Ayotzinapa. Son los hermanos de los 43 que se mantienen firmes y fieles a la lucha que protagonizan sus madres y padres. También son parte importante de este esfuerzo colectivo que le da identidad a un movimiento que está más allá de cualquier demanda social. Se trata de enderezar los caminos torcidos de la justicia y de trazar una ruta que llegue a la verdad, siempre nutrido por la palabra de quienes entregan su vida para acabar con las mentiras del gobierno y castigar a los autores de tantas atrocidades. Es una pelea constante donde no hay reposo ni claudicaciones, es más bien el remolino de una causa que ha adquirido una gran fuerza para desbaratar los obstáculos que encuentran entre los mismos funcionarios del gobierno lopezobradorista.
En la ciudad de Chilpancingo el comisionado Horacio junto con el equipo de trabajo de la oficina de la ONU en México, escuchó más de 15 testimonios de familiares de personas desaparecidas, provenientes de la Montaña, Costa Chica, Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Taxco y Chilapa. En su mayoría fueron madres, esposas e hijas. Algunos padres, hermanos y también hijos, quienes además de presentar su testimonio, entregaron documentos e informes que dan cuenta del peregrinar que han padecido ante las diferentes instancias de gobierno que no los han atendido. No hay un caso que presente avances en las investigaciones, por el contrario, con el pretexto de la pandemia muchas actuaciones no se realizaron a tiempo, dejando pasar la oportunidad para dar con el paradero de sus hijos. Denunciaron las complicidades que existen entre corporaciones policiales y crimen organizado. La mayoría de casos tiene que ver con este entramado delincuencial donde prevalecen los intereses de quienes tienen el control de las instituciones. La inacción de los funcionarios y su trato despótico son parte de las torturas que se recrudecen con el martirio de las desapariciones.
Los colectivos de familiares se han creado a causa de la inoperancia de las instituciones. Existe la necesidad de acuerparse para protegerse, saben que no pueden luchar solas contra un monstruo. Han tomado la iniciativa para salir a los cerros y aprender a roturar la tierra, porque solo de esta forma han avanzado en las búsquedas. Caminan lugares inhóspitos y visitan parajes controlados por la delincuencia. En muchas ocasiones no encuentran el respaldo de la Comisión Nacional de Búsqueda para contar con el apoyo de especialistas en los trabajos de exploración y ubicación de fosas clandestinas. Con muchos esfuerzos han logrado comprar sus herramientas y adaptarlas de manera artesanal para rastrear lugares donde el crimen organizado ha tirado cuerpos. Varios colectivos como los de Acapulco, Iguala, Chilpancingo, Tlapa y Chilapa han encontrado cuerpos y fragmentos óseos por el trabajo minucioso que realizan por cuenta propia. Se han dado a la tarea de investigar con gran detalle cómo se consumó la desaparición de su familiar, cuál fue su itinerario y el lugar más probable donde se encuentra enterrado. Sus historias desgarradoras nos introducen al inframundo que agentes estatales en connivencia con el crimen organizado han creado como si fuera un infierno dentro de los mismos espacios donde habitamos. Las barrancas, las cuevas, las pozas y las lagunas donde supuestamente habita el demonio, ahora están controlados por los nuevos monstruos de la delincuencia. Este infierno lo ha permitido el mismo gobierno porque ha dejado crecer y multiplicarse a quienes viven del crimen. La prueba más clara es que no los investigan y mucho menos los castigan.
Para el comisionado Horacio este panorama aterrador que enfrentan muchas familias guerrerenses, explica el sentido profundo de su presencia. A pesar de que ya cuentan con información general y particular sobre las desapariciones forzadas en México, los testimonios desgarradores dicen más que los informes escritos. Tener un diálogo cara a cara en un ambiente de confianza y respeto es una experiencia única e irremplazable, que le da el tono y la fuerza de lo que representa cada caso. Le demuestra con palabras sencillas la inacción de las autoridades; un aparato de justicia que no funciona; una comisión de víctimas que se desentiende de ellas y una grave crisis forense que ha desbordado a las instituciones encargadas de exhumar los cuerpos y de identificarlos. Constató el grado de indefensión en que se encuentran las familias y los colectivos; verificó el clima de impunidad que impera en nuestro estado y corroboró la fortaleza y la capacidad que tienen, no sólo para resistir el dolor y el sufrimiento, sino para sobreponerse a los obstáculos y riesgos. Demuestran con gran generosidad su heroísmo para que en Guerrero funcionen las leyes y para que las instituciones se pongan al servicio de la población más desprotegida.
Este encuentro hizo el milagro de juntar las voces de las familias y colectivos que luchan a brazo partido en cada región y municipio, los convocó la gran causa que los mueve; de encontrar a sus seres queridos. Fortaleció su espíritu combativo con la presencia y el mensaje de esperanza que el Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada, les trasmitió con la presencia luminosa del comisionado Horacio.